Gamoneu, como
topónimo, hace referencia a una tierra de Gamones, planta tradicionalmente
utilizada para saciar la voracidad del apetito del gochu*, criatura, por otra
parte, que tantas hambres va apaciguando.
Y es que igual
que del gochu se aprovecha todo, del gochu nos aprovechamos todos: come gochu
el rey como come gochu el cortesano. También come gochu el artesano que, con
manos ásperas, da forma a la que dicen los paladares mas críticos es, junto con
el Cabrales, patrimonio intangible y tastiable* de la humanidad, una humanidad
que hace tiempo dio la espalda al caótico terreno donde se esconden las majadas
de la añeja factoría del Cornión, occidental de los macizos de aquellos vigías
llamados Picos de Europa. Los rigores de una vida de anacoreta activo y las
fauces de un can llamado lobo, algo habrán tenido que ver en todo esto, igual
que algo tienen que ver en que el verde botella de las árgomas gane terreno al esperanza
del pasto.
Allá en Vegamaor,
donde el reloj hace un tiempo que se parece haber parado, una comitiva formada
por yegua, mastín y pastor rompe la monotonía de la reseca vega en esta tarde
de Julio en la que el sol cae a plomo y con saña sobre este recóndito rincón
mientras que el siempre impertinente envite de la niebla ya hace un rato que ha
doblegado los diques calizos de la garganta divina, inundando las profundidades
bañadas por el Cares, igual que anega, hacia el norte, las tierras bajas de Onís o de Cangas.
Uno, el que
suscribe, junto con otra, a la que acompaña y quiere, dan buena cuenta de un
lomo industrial de uno de esos gochos de los que antes algo dije, calmando la
sed de sombra bajo el minúsculo alero de la troglodítica morada de aquel
maestro anónimo y quesero.
Antes de
descargar los víveres para una semana, ata a la noble bestia a un endeble taco
de seco castaño: seco por el sol y el tiempo, como siempre se secó la madera,
cortado en menguante, como siempre se cortó la madera y subido a lomos de
caballería, como siempre se subió la madera desde que se acabaron aquí los árboles, si es que alguien recuerda que algún día esto haya estado arbolado.
Abre la puerta y
bebe dos vasos rasos de agua. No utiliza la llave, para qué quiere llave si
jamás peslla*, que dice fiarse de la bondad de los habitantes este mundo
demente, pese a que cuando llegó a las alturas este junio pasado, los víveres
brillaran por su ausencia y la leña guardada hubiera sido por algún
sinvergüenza quemada. Quién sepa desde donde ha de traer la leña este pastor,
se dará cuenta de que quien se la haya quemado bien pudiera ser catalogado de
sinvergüenza mayor o de cabrón avanzado, así, como suena.
Una vez dentro
añade cuajo a la leche: de cabra, de vaca y de oveja, por supuesto, coge el
tayuelu y se sienta bajo el quicio de la histórica puerta, desgastada ya la
caliza de tanto abrirse paso el pastor hacia el calor del llar que oscurece las
paredes unas veces, y que alumbra en las noches fugaces de verano las otras,
aunque hoy lo que busque, en realidad, sea el frescor de la teja vana.
Comienza la
conversación. Y cuando comienza la conversación ya puede, amigo lector, hacerse
a la idea de que de allí no se mueve nadie las dos horas siguientes...y cuando nos
quisimos mover...cuando nos quisimos mover ya la niebla había ganado posiciones.
Volver hasta Belbín,
en estas condiciones, sin más referencia visual que el leve esbozo de la senda
ni más estímulo sonoro que los cencerros del ganado es, no se vaya usted a
pensar, asunto de los que pueden llegar a asustar al más avezado.
He aquí una foto
de una presuga, de un arniu y de un Gamoneu de un mes. Un Gamoneu del puertu,
por supuesto. Fotografía actual de una
herramienta simple y ancestral, patentada por quién sabe quién, allá en tiempos
pretéritos.
Salú amigos.
VIVE LOS PICOS DE EUROPA,VISITA: www.yeasturias.com
*Gochu: cerdo / pesllar: asegurar con cerradura una puerta o ventana/ tastiar: saborear
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